Por Henry Córdova Bran


En los últimos días, a raíz de la suspicacia que han despertado los beneficios carcelarios de Alberto Fujimori y que se están relacionando con la alianza APRA-fujimorista que le permitió al gobierno obtener nuevamente la presidencia del legislativo, se ha vuelto a poner en agenda el tema de los grados de corrupción que existen en el país; “total, así son todos” dicen algunos ciudadanos y ciudadanas “de a pie”. Pero cuál es el fondo real del problema de la corrupción en el país que ha llegado a parecer un asunto natural.

En Principio se puede asumir, como lo refiere el historiador Alfonso Quiroz, que “la corrupción se puede explicar como un legado colonial, es decir, como la persistencia de prácticas tradicionales en la administración pública”, en este sentido el hablar de “prácticas tradicionales” al referirse a la corrupción se le puede definir como una práctica social.

Es necesario definir esto de manera correcta porque la corrupción se ha convertido en los últimos años como uno de los principales problemas de la sociedad peruana, que causa su retraso en el desarrollo; al punto que en una de las últimas encuestas realizadas por IPSOS Apoyo en el mes de abril la corrupción desplazaba al desempleo como principal problema del país, entonces la percepción de la corrupción alcanzaba el 43%.

De allí que en el imaginario popular la corrupción es algo así como “un saco donde todos entran, menos yo”, “todos son corruptos” dice el ciudadano y la ciudadana que mira a través de las noticias que difunden los medios de comunicación titulares como “ganó con Tránsfugas y fujimoristas” “ES UNA BURLA, inspectores de tolerancia cero dejan pasar ómnibus defectuosos” “MAS ESCÁNDALOS, congresista cobraba ilícitamente a su empleada” “tráfico de claves en examen de IDEPUNP”.

En su libro “Romper la Mano, una interpretación cultural de la corrupción”, Ludwig Huber cita a Felipe Portocarrero cuando afirma que la corrupción es “un mal endémico y casi omnipresente en todas las sociedades antiguas y contemporáneas”. La corrupción en el Perú tiene una larga tradición, en el siglo XIX la escritora Mercedes Cabello de Carbonera definía al Perú como “un país donde el ministro roba el cajero fiscal especula, el diputado se vende y el secretario pone precio a sus buenos oficios”, finalmente, nuestro historiador Jorge Basadre decía que la corrupción es “la adaptación criolla a las normas rígidas coloniales que derivaron en la actitud ‘obedezco pero no cumplo’”

Es en esta línea del comentario de Jorge Basadre que el imaginario popular se ha ido desarrollando en nuestra historia republicana respecto a la corrupción, de manera solapada primero hasta llegar a formas abiertamente aceptadas por la misma población que ya no es solamente la víctima de la corrupción sino parte de ella. Huber refiere en su libro que a lo largo del siglo XX hasta ahora hay prácticas que se han institucionalizado como la “propina” para liberarse de alguna multa, el nepotismo o el “tarjetazo” para recibir atención preferencial.

La corrupción y el imaginario popular

El imaginario popular, ideas y conceptos que una sociedad adopta como verdades, tiene en el país una fuerte tradición. En el caso de la corrupción este imaginario popular ha ido derivando en frases como “total, si todos son corruptos” “robaba, pero hacía obras” “era corrupto, pero así son todos”. De tal manera que estas ideas asumidas como verdades en nuestro país han hecho que la corrupción aparezca como algo tan natural a los peruanos, que incluso ha ampliado el concepto inicial de la corrupción a otros espacios.

Inicialmente Transparencia Internacional definió la corrupción como “uso de un cargo público para el beneficio privado” de tal manera que sólo podía ser corrupto quien ejercía un cargo público. Después del 2001, Transparencia Internacional amplió el concepto a “abuso de un poder encomendado para el beneficio privado” ya en este caso no sólo el sector público podía ser corrupto, sino también el sector privado.

En el Perú la corrupción pasó a formar parte de un imaginario popular mayoritario cuando se demostró el grado de corrupción que había en el régimen del gobierno de Alberto Fujimori. La prensa hizo de la corrupción un tema de agenda continua que mantuvo y amplió durante el gobierno de Alejandro Toledo.

La gente empezó a hablar más sobre la corrupción y opinaba al respecto. Sin embargo al parecer, mientras más se habla de corrupción y se le critica como un hecho negativo así también se le acepta con mayor facilidad. Esto porque uno puede escuchar de las personas sobre la corrupción que hay desde el Gobierno Central hasta los gobiernos locales de los distritos más pequeños, todos entran en el mismo saco, sin embargo “uno se acostumbra a vivir con eso” lo asume como normal. La relación en el imaginario popular referente a la corrupción parece estar dada como “más sabemos sobre la existencia de la corrupción, más se acepta como un hecho natural”.

El ciudadano y la ciudadana tienen otras preocupaciones, más inmediatas y aún no se asume el costo que la corrupción le significa al país, según Proética la corrupción le cuesta al país el 15% del presupuesto público es decir 6 mil millones de soles anuales. Sin embargo tal como lo refiere Huber en su texto, la corrupción no sólo debe ser identificada como un problema para la economía de un país o para su sistema político que afecta a la democracia. En su mirada antropológica afirma que “en antropología, la corrupción es considerada una práctica social compleja, con sus variaciones locales, donde se entremezclan prácticas como el nepotismo, el abuso de poder y la malversación de recursos públicos con estructuras particulares de reciprocidad y de poderes locales, es decir la corrupción no existe en el vacío social”.

A partir de aquí es que se puede empezar a entender el imaginario popular respecto de la corrupción, aún hay que resolver preguntas como ¿por qué si la corrupción es considerada por todos como un hecho negativo se torna permisible en una sociedad? ¿Cómo actúan las personas frente a la gran corrupción y a la pequeña o micro corrupción? ¿Estamos entendiendo todos y todas la corrupción de la misma manera? Para tratar de responder estas preguntas CEDEPAS NORTE ha iniciado el proyecto “la lucha contra la corrupción como un medio para afirmar la democracia y promover el desarrollo en la región norte del perú" que se desarrollará en los departamentos de LA Libertad, Cajamarca y Piura, con el cual se espera conocer como es vista la corrupción desde espacios locales para promover en la reducción de la tolerancia frente a la corrupción en el “imaginario popular”.

1 comentarios

  1. aobsar // 14 de noviembre de 2008, 15:58  

    tratar de descubrir quien es lo suficientemente honesto, sería como "buscar una aguja en un pajar", hay quienes ahora olvidaron, otros que ya no recuerdan bien, y quienes siguen en la palestra de motivar adeptos de la corrupción...No me explico como mi región no cuenta con obras verdaderamente públicas, de impacto social...todo se va centrando en cortinas de humo harto conocidas, sin embargo, ya hubo alguien que dijo "tenemos mucho por hacer". Ahora,hagàmoslo siempre después de una tormenta saldrá el sol nuevamente, y tendremos que empezar siempre de cero...igual cuando combatimos la corrupción frontalmente, nos olvidamos que las raíces van creciendo por diversos lados, y obviamos de la solución final...para evitar que hayan más corruptos debemos empezar por nuestros niños inculcándoles valores férreos y sólidos (AMA QUELLA, AMA SUA, AMA LLULLA) o es que acaso no se recuerda que hemos sido siempre innovadores, y está escrito en nuestro pasado histórico?...más que crear rencores, y seguir alentando la corruptela en todo sitio, debemos empezar de cero o mejor de un valioso "1" : LOS NIÑOS.
    Mucha suerte, y vaya que si se aventaron a la piscina olímpica de promover la moral social y la ética profesional...con este rincón incorrupto...y eso que empezó a dar sus frutos...Hasta la vista.